Los métodos de valoración para saber cuánto vale tu empresa
Una guía clara para entender qué método de valoración aplicar y cómo estimar el precio real de tu empresa antes de iniciar un proceso de venta.
“¿Cuánto vale mi empresa?”
La pregunta que todos nos hacemos y que nunca tiene una respuesta sencilla.
La primera pregunta que cualquier emprendedor me hace cuando hablamos de una posible venta es cuánto vale su empresa. Es completamente normal. Después de años de esfuerzo y crecimiento, uno quiere saber si todo ese trabajo se traduce en un número muy concreto.
En muchas ocasiones he respondido con lo que es mi pensamiento:
“Tu empresa vale lo que alguien esté dispuesto a pagar por ella.”
Técnicamente es verdad, pero seamos sinceros: no resuelve absolutamente nada.
Es una frase redonda y a la vez totalmente circular. Y como no le gusta a ningún empresario (con razón), he dejado de utilizarla.
Qué remedio: me toca hacer valoraciones 🙂
cómo valorar mi empresa antes de venderla
Muchos emprendedores que están pensando en vender su empresa me preguntan cuál es la mejor forma de valorarla y qué métodos se utilizan realmente en M&A para estimar un precio razonable antes de salir al mercado. Entender cómo se calcula esa valoración, y qué miran de verdad los compradores, ayuda a aterrizar expectativas y a saber si el precio que tienes en mente es viable.
La realidad es que el valor, o mejor dicho el precio, de una empresa no existe de forma aislada. No es una función de un ARR, de unas ventas o de un EBITDA. Tampoco es un número escondido en una hoja de cálculo esperando a que alguien lo descubra. Depende del encaje estratégico, del momento de los compradores y del entorno en el que se encuentran cuando decides salir al mercado.
La diferencia entre valor y precio no es un matiz teórico, es la esencia de cualquier proceso de M&A. Puedes tener una empresa excelente y aun así no conseguir un precio alto si las piezas que tienen que encajar no están alineadas.
Qué tiene que coincidir para lograr un buen precio ⭐
Las empresas se venden a precios altos cuando se alinean varios factores como estos:
• existe un comprador para el que tu empresa encaja estratégicamente
• ese comprador está en un buen momento interno para hacer adquisiciones
• el entorno financiero facilita financiar operaciones
• tu empresa está mostrando buenos resultados en ingresos, crecimiento y estabilidad
Tu empresa es solo uno de los factores, y no siempre el más determinante. Muchas veces el precio no depende de ti, sino del momento en el que se encuentran los compradores.
Cuando el mercado no acompaña, aunque tú sí 📉
Es muy fácil que se dé una situación como esta. Sales al mercado con tu empresa SaaS. Tienes identificados a los cuatro compradores más lógicos, dos competidores directos y dos grandes grupos de hardware para los que integrar tu solución tendría un gran sentido estratégico. Pero te encuentras con que:
• uno está en pleno proceso de ser vendido a un nuevo fondo y no puede comprometerse
• otro acaba de cambiar de CEO y necesita tiempo hasta que el nuevo pueda aprobar adquisiciones
• otro viene de hacer dos compras grandes y no tiene capacidad interna para una más en el corto plazo
• otro está centrado en consolidar el norte de Europa y no quiere entrar en España hasta cerrar Francia e Italia
Tu empresa puede estar en un momento excelente, pero si estos compradores no están en disposición de moverse, el precio no reflejará tu mejor momento. Y es aquí donde se ve claramente la diferencia entre valor y precio.
Aun así, en cualquier proceso de venta siempre hacemos una valoración. Aunque sepamos que el precio final lo marcará el mercado, la valoración sirve para tener una referencia. Es una estimación teórica del valor intrínseco de la empresa, pero no incorpora todos los factores externos que realmente influyen en el precio final, como el momento en el que se encuentran los compradores, su estrategia, su capacidad interna o sus prioridades geográficas.
Con todas sus limitaciones, una valoración sigue siendo necesaria para entender el rango razonable en el que te puedes mover. Y para construir ese rango normalmente combinamos varios métodos.
Cómo se suele valorar una empresa en M&A
Compañías cotizadas del sector
Pros
• múltiplos actualizados día a día
• buena referencia para ver tendencias
• datos transparentes y completos
Contras
• empresas mucho más grandes y estables
• geografías con dinámicas distintas a las tuyas
• líneas de negocio no siempre comparables
• múltiplos no trasladables a empresas pequeñas
Sirven para entender el pulso del mercado, no para copiar números.
Operaciones privadas anteriores
Pros
• empresas más comparables en tamaño
• precios pagados por compradores reales
• si son recientes, referencia valiosa
Contras
• datos desactualizados
• mezcla de fijo y earn outs sin desglosar
• EBITDA incierto, según cómo lo calcule cada comprador
• ajustes internos invisibles en las bases
• comparabilidad limitada por margen, geografía o modelo
Son útiles, pero requieren mucha prudencia.
Discounted Cash Flow (DCF)
El DCF proyecta flujos futuros y los descuenta al presente. Suena elegante, pero depende totalmente de las proyecciones. En empresas tecnológicas de alto crecimiento esas proyecciones suelen ser muy optimistas. Funciona mejor en negocios con años de datos estables sobre crecimiento, churn y retención.
Aun así es importante hacerlo porque el comprador siempre hará su propio DCF, usando tus proyecciones como base y ajustando cosas como el WACC o el crecimiento a perpetuidad. Es un ejercicio necesario, aunque desde luego, no ofrece una verdad absoluta.
Lo que realmente obtienes combinando todo
No obtienes una cifra exacta sino un rango. Una referencia razonable que ayuda a evitar expectativas irreales, pero no es el precio final.
Ahora, en general no solemos salir al mercado con un precio. La cifra que digas se convierte automáticamente en el máximo que podrás conseguir. Y tampoco sabes cuánta competencia real habrá al final ni en qué momento estarán los compradores.
En más de una ocasión hemos salido con una expectativa razonable y después hemos visto que dos compradores estaban justamente en el momento perfecto para adquirir esa empresa. Cuando eso ocurre, el proceso se convierte en una subasta real y el precio puede ir muy por encima de lo que consideraríamos “valoración de mercado”.
Es otro motivo por el que poner un número desde el inicio limita más que ayuda.
El anchoring es, en el fondo, una versión extrema de esta idea. Consiste en lanzar un precio muy alto para intentar fijar la conversación en ese nivel. En teoría parece una técnica útil, pero en M&A casi siempre funciona mal porque reduce la competencia, transmite falta de realismo y convierte tu propio número en tu mínimo psicológico.
Hay casos muy puntuales en los que puede tener sentido, sobre todo cuando hay inversores financieros que no tienen sinergias estratégicas y suelen tener límites claros de cuánto pueden pagar. En esas situaciones un ancla razonable puede funcionar, pero son excepciones muy concretas. En la mayoría de procesos preferimos no utilizarla.
FAQ: preguntas frecuentes sobre la valoración de una empresa
¿Cómo saber cuánto vale mi empresa antes de venderla?
El valor teórico puede estimarse con métodos como comparables, operaciones similares o DCF, pero el precio real depende de cuántos compradores estén activos, su momento interno y si tu empresa encaja estratégicamente con su plan.
¿Cuál es el mejor método de valoración?
Ninguno es perfecto. En M&A se combinan varios: comparables cotizados, transacciones previas y un DCF orientativo. El resultado no es una cifra exacta, sino un rango razonable.
¿Por qué mi empresa vale menos de lo que esperaba?
Generalmente no es culpa tuya. Muchas veces tiene que ver con el momento de los compradores: si están sin capacidad interna, sin presupuesto o en otras prioridades, el precio baja independientemente de tus métricas.
¿Tiene sentido salir al mercado con un precio en mente?
Normalmente no. Decir un precio antes de tiempo fija tu máximo, reduce competencia y puede ahuyentar compradores. En muchos procesos, el mejor precio aparece solo cuando varios compradores coinciden en su momento perfecto.
¿Qué diferencia hay entre valor y precio en M&A?
El valor es una estimación teórica basada en datos. El precio es lo que un comprador concreto está dispuesto a pagar en este momento, con sus sinergias, prioridades y limitaciones. No son lo mismo, ni suelen coincidir.
¿Hacer un DCF sirve para algo si el comprador pagará lo que quiera?
Sí. Aunque el precio final no lo marque el DCF, el ejercicio ayuda a entender escenarios, sensibilidades y rangos razonables. Además, el comprador siempre hará su propio DCF sobre tus números.
¿Por qué dos compradores pagan precios tan distintos?
Porque cada uno tiene un encaje estratégico diferente, un momento interno distinto y sinergias diferentes. Para uno puedes ser una opción más, y para otro puedes ser la pieza que falta.
¿Cuándo es buen momento para vender?
Cuando coinciden tres cosas: tu empresa está en un buen momento operativo, hay compradores activos en tu sector y esos compradores están internamente preparados para adquirir.
¿Por qué un asesor rechaza un mandato aunque la empresa sea buena?
Porque no ve compradores activos para ese perfil en este momento. La calidad del negocio no siempre determina la vendibilidad. El momento del mercado sí.




Que importante es el timing, a veces lo tienes todo y no acompaña y a veces no tienes nada y si que lo hace. Me encanta leerte Joshua! Muchas gracias por compartir tanto